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Cada día de regreso a casa en mi bicicleta me acuerdo de que tengo un blog. Comienzo en el camino a narrar mi próxima entrada acá, hablando de la opinión no solicitada, la hora filosófica barata, mis opiniones políticas, en fin. Pero no pasa nada, y así se me pasaron cinco meses sin dar ninguna de ellas.
Cinco meses de silencio bloguero, ¡cinco meses!. No conté mis impresiones sobre las elecciones en Colombia, lo triste que me parece no poder votar desde la distancia y lo terrible que eran las opciones; No compartí lo bonito que me pareció el fútbol jugado en Brasil por el equipo de Pekerman, y que genial era sentirse intoxicada de patriotismo y optimismo; No narre las aventuras de J y yo para ser los propietarios de una casita en la esquina en una calle de Portladnd; Y completamente se me paso celebrar que no falto nieto para tener a mi mamá de visita por 3 semanas estrenando el cuarto de huéspedes de dicha casita. Cinco meses...
Ahora viviendo en el presente hoy fue ese único día que en estos cinco meses me siento frente al teclado a escribir lo que dice la cosa en mi cabeza. Me prometo no será la última y quizás ustedes me puedan ayudar, de cual cinco les gustaría que hablara primero? Tal vez les haga caso.
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