Ir al contenido principal

Taza o pocillo

El pocillo o taza es de cerámica pesada, de esas que se hacen con la arcilla se quema por horas o hasta días. Usando el método de medición imperial, ósea el gringo pues ellos se rehusan a el sistema métrico como el resto del mundo, mide un poco más de 3 pulgadas de alto. Mis pulgas por supuesto. Y como no tengo un metro o regla a la mano, diré que es igual de grande que la palma de mi mano, aunque eso y lo de las pulgadas no dice mucho, pues ustedes no saben cuanto mide mi mano. y para que se hagan una idea, es solo un poco más alto que la mitad de un teléfono celular. En fin, conocer su altura al dedillo no es tan importante. 

 

Tiene forma de cilindro con base redonda un poco más pequeña que el resto. El grosor de la misma es al contra un poco más grueso que los laterales. Me imagino que los diseñaron así para evitar que calentar mucho más de lo necesario las superficies donde se posa. Su base es lisa, plana, y se diferencia del resto al tener una textura como porosa y ser de tonalidad mate.  En ella se puede entre leer las letras PUTUK  o PUTWK  y el número 78. Imagino que las letras puede ser el nombre del artesano o de la marca y, el 78 el año de fabricación o el número de la pieza ¿un serial del estilo quizás?. Esto sin duda es algo que nunca sabré, pues fue comprado hace muchos años como pieza única en una de esas tiendas de segunda de St. Johns, el barrio en Portland donde viví varios años, como uno más para la colección de tazas de café heterogéneas de casa.

 

Tiene diferentes colores, aunque todos en la gama de los tonos tierra: Desde la base hasta la mitad es de un tono café oscuro. La mitad superior se divide entre un tono de café más claro y otro tan oscuro que pacere negro. La pintura tiene brillo tanto en el exterior como en el interior y que hace que brille donde lo toca la luz. A mi siempre me ha gustado como eso brillos en del anillo de la boca, la cual es ancha y me permite meter sin problemas mi puño hasta el fondo.. Tocando con mis dedos sus paredes, siento en el interior una hendidura una pulgada antes de la boca, una cuestión de diseño que visualmente se refleja en el cambio de tonalida a ese café casi negro. 

 

Su agarradera, asa u oreja, inicia un poco más abajo de la boca de forma amplia, terminando un poco más arriba de su base. Es una agarradera amplia, que facilita agarrar el pocillo sin tocar sus laterales con los dedos dedos índice y corazón abrazándola, mientras que el pulgar descansa en la parte superior y se posa sobre el anular y meñique para tener un agarre firme y seguro.

 

 

Pocillo o taza, cómo quiera te llamo

Te tengo entre mis manos

Sintiendo tu cuerpo aun cálido

Ese aroma que de ti emana

Y el líquido que cargas

Me llena de calma todas las mañanas


Te encontré un día

En una tienda medio vacía

Y me llamaste

Si, me llamaste con tu brillo 

Que pillo mi ojo por su rabillo

 

Y pensé que serías uno más

De una colección sin otro igual

Y aunque no significas nada

Tal vez no podría estar más errada

Pues te he traído desde aquella casa

En avión hasta esta casa

 

A veces me pregunto

Cuantas bocas te habrán besado

Cuantas manos te han tocado

Pero eso si, nunca

Cuántas veces te he lavado




Comentarios

Entradas populares de este blog

PARTO:NO SON 9 MESES

PARTO: no son 9 meses ​ El comienzo de nuestra historia comienza el día que nacemos, por eso la historia de cómo nuestras madres el día que nos dio a luz  es tan importante para contar nuestra historia, pero ¿cuántos sabemos cómo fue ese día y proceso para ellas? ​ Parto: no son 9 meses  es una acción del performance resultado de una investigación sobre las experiencias de varias mujeres madres de mi entorno y de mi propia experiencia.  ​ ​ ¿Te interesa contarme tu historia? Encuesta ​

Releyendo y transcribiendo la vida

En julio de este año una amiga me invitó a participar en el mundial de escritura, invitación que acepté halagada y que me llevó a sacar este blog de su hibernación en casi ya 4 años. Enfrentarme a una meta diaria por un periodo de tiempo no fue una novedad este año, al parecer la pandemia me ha llevado a trabajar en mi constancia. En marzo, cuando todo apenas comenzaba, una prima me invitó a realizar 21 días de meditación. Fue el primer reto de estos que había aceptado creo que en la vida, pero prendió la chispa que meses después me encontraría día a día a la pantalla del computador y a un teclado siendo golpeado.  En septiembre fui yo quien decidió ponerme un reto y me propuse hacer ejercicio por 21 días seguidos. Ahora estoy feliz de haberlo hecho y debo de decir que me siento mucho mejor y no por el cliché, muy cierto, de que ejercitarte mejora el ánimo, si no pues logré terminar algo absurdo que me propuse en estas épocas en las que dan ganas de empezar o terminar nada. Estos p...