Determinada como su madre, y siguiendo los aprendizajes que el maestro Tom le daba todos los días de cuatro a siete por tele-retro, Candy se decidió a tomar su primer caso un domingo que escucho por quinta vez a su papá refunfuñar y perder el apetito por la nueva desaparición del periódico. La injusticia contra su adorado papá se tenía que detener y sabiendo que hacer busco a Teresa, su vecina en la casa número 10, para que fuera su mano derecha y le ayudará a resolver su primer caso. Bosques de la campiña, la unidad cerrada con 20 casas iguales de 2 pisos piso y solo un manojo de árboles sobrevivientes de ese bosque cerca a la portería, sería testigo del nacimiento del mejor dúo investigador de la historia después de desenmascarar a el ladrón de periódicos.
¿Pero qué hace un detective privado? preguntó Teresa, quien prefería ver La Rosa de Guadalupe al llegar a casa del colegio con su abuela.
Tere, pues encuentran a los malo siguiendo pistas, los llevan a donde los policías, vuelan en helicópteros y salvan el día….. Vaaaammooos, ¡ayúdame a buscar quién roba el periódico de mi papá Tere!.
Tere acepto y Candy le mostró la lista que había con todo lo que Tom le había enseñado para hacerlo paso a paso:
- 1. Identificar el perímetro e identificar posibles testigos/sospechosos:
- 2. Montar vigilancia.
- 3. Tomar fotografía de posibles sospechosos
- 4. Enfrentar a los sospechosos con las fotos donde se veía infraganti
- 5. Descartar sospechosos de culpables
- 6. Enfrentar a los culpables y llevarlos ante la justicia
Ese domingo en la tarde las investigadoras iniciaron identificando el perímetro haciendo el recorrido en sus bicicletas por el conjunto residencial de arriba a bajo. En la tercera vuelta de reconocimiento vieron a Don José, el conserje de mediana edad, poco pelo y mucha barriga, que les contó en su entrevista divertido que a la Doña Maruja de Pérez, residente de la casa número 3 y quien siempre se quejaba con la portería cuando Aurelio Sánchez, él padre de Candy, lavaba el auto a ritmo de vallenatos cantados a todo pulmón, andaba buscando periódicos hacía un par de días. Con la información de Don José en mano como la pista, Candy y Teresa decidieron seguir con el segundo paso: montar vigilancia a la casa número 3, a Doña Maruja y todos los que entraran y salieran de ella. Comprometida con su rol, y aprovechando que era la casa de enfrente, Candy se dispuso a vigilar por la ventana de su cuarto los movimiento de su vecina luego de llegar del colegio. El lunes llegó y pese a que Candelaria se sentó frente a su ventana a mirar la puerta de entrada de su vecina llena de entusiasmo, para descubrir pronto que los minutos pasaban lentos y sin novedades.
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