El miércoles era un día importante: mi primera reunión con uno de los clientes de la agencia de publicidad en la que realizaba la pasantía, que era lo último que me quedaba, después de cinco años de estudios, para por fin graduarme de publicista. Había seleccionado desde la noche anterior un atuendo que me hiciera lucir preparada, profesional, creativa y perfecta para quedarme con el cargo de Ejecutivo de Cuenta jr., por el que competía con los otros tres pasantes. El pago en el cargo, de quedar seleccionada, no sería mucho, pero terminar la carrera con un empleo asegurado era sin duda una de mis prioridades además de ser necesario para poder arrancar con esos pagos, que nunca dan espera, del crédito estudiantil.
A la reunión asistiría también Martín, el diseñador gráfico del equipo, para apoyarme en cualquier cosa, y yo en calidad de ejecutiva de cuenta en representación de mi jefa. Debíamos de lograr que el cliente aprobará, finalmente, los últimos cambios en las pruebas impresas de los materiales planeados para entregar a los asistentes en el desfile de Colombiamoda. El tiempo estaba en nuestra contra, pues la estrategia era tener todos las piezas de la campaña lista - los avisos en los paraderos de buses, las vallas en las estaciones de Metro y dos comerciales de 30 segundos en horario prime time- con la nueva línea deportiva de la marca. La idea era inundar la ciudad el mismo día del desfile, pero un par de piezas aún no estaban autorizadas para producción y no se podían dar más largas.
El lunes Camila Cook, mi jefa, me había pedido que repasamos la presentación. Ella sería el cliente y yo seria…pues yo. Todo salió sin problemas. Las objeciones presentadas por ella en el ejercicio, según ella misma, fueron abordadas sin problema por mi e incluso le encanto como utilicé ejemplos de las marcas aspiracionales de nuestro cliente (ya saben esas empresas con la que cualquier emprendedor sueñan llegar a ser algún día) y la relación costo beneficio de tener el material entregable con esa capa brillante laminada mate en comparación a no tenerla.
El martes me senté con Martín, el diseñador, y repasamos la presentación en conjunto. Él me dio aún más tranquilidad, tenía mejor química conmigo que con los otros practicantes, así que estaba haciendo fuerza por que el trabajo fuese mío. Además, un viernes cualquiera semanas atrás nos habíamos cruzado por casualidad en el Parque de El Poblado donde estaba yo con Patricia, mi hermana, tomando cervezas y desde eso siempre que me veía me preguntaba por ella, disimuladamente, como quien no quiere la cosa. Recuerdo cómo le brillaron los ojos cuando le dije que Patty también me preguntaba por él de cuando en vez. Estaba yo pues segura de que él me daría una mano extra, especialmente si quería que fuera su próxima cuñada. Confiada entonces de que todo saldría bien, antes de salir de la oficina me asegure de tener todo listo para la reunión el miércoles a primera hora.
Esa noche en mi casa, luego de mucho pensarlo y consultar con Patty, quedó el vestido a rayas en los tonos del arcoíris de boleros en las mangas, el blazer blanco y los tenis de cuero azul que tanto me gustaba como la pinta ganadora. Estaba muy ansiosa y Patty se dio cuenta por mis idas y venidas a la cocina (siempre como de más cuando estoy ansiosa) así que esa noche se le metió en mi cama, y como cuando éramos niñas y yo tenía pesadillas, me acarició el pelo para ayudarme a dormir. ¡Y si que dormí! el toque de mi hermana mayor fue el mejor somnífero, tan poderoso que cuando la alarma sonó entre dormida la apague para llegar a despertarme casi a la hora de la reunión.
Desesperada me fui dándome palo por estúpida todo el trayecto en un taxi, que como siempre que vas de afán, parecía moverse en cámara lenta. Frente a el elevador los minutos que este se tardaba en llegar, para subir a la oficina en el piso 20 del cliente, me parecieron aún más largos. Por fin la puerta se abrió para darme encuentro con Martín, quien con una sonrisa en la boca me dijo “tranquila, todo esta aprobado”. Y sí, ese miércoles todo lo que se había planeado fue aprobado. Todo menos la posibilidad de continuar en la competencia de contratación como Ejecutiva de Cuenta jr.
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